Dos Segundos - Relato

Estoy sentado, mirando tras la ventana de mi habitación en el segundo piso de mi casa. Veo con asombro que ya no vienes corriendo como solías hacerlo. Ya no iluminas las calles con tu presencia.

Amor, mi hermano Imanol me informó sobre la fatal noticia; la verdad es que jamás pensé que algo como eso te sucedería, y el dolor en mi corazón es tan intenso que al tratar de escribir esta carta no logro encontrar las palabras adecuadas; ¡consulto en el diccionario y las palabras huyen de mí! Los verbos y adverbios se desvanecen y las letras están en huelga.

Mi amor. Mi vida. Lo siento mucho. Estoy  triste y acongojado porque no cumplimos nuestros sueños como pareja. Sé que la relación fue difícil desde el principio. Úrsula, nuestra madre, se opuso fervientemente a nuestra prohibida relación, a nuestro pecado, como llamaban todos a ese amor tan pasional que sentíamos.

La sociedad nos señalaba constantemente. Los que algún día fueron nuestros grandes amigos, como Jessica o Rodolfo, nos han dado la espalda. Quedamos solos para enfrentarnos a un mundo que estaba dispuesto a separarnos. Lamentablemente el mundo no fue el que nos separó.

No sé a quién culpar… ¿por qué nos tocó ser hermanos? Quizá si no existiera esa limitación hubiéramos sido felices y nada de esto habría pasado, ya que no sentiríamos presión alguna. Algunos se quejan por la vida que les tocó vivir, ya que muchos, como nosotros, nacen en familias pudientes y sin necesidades, pero otros tienen la desdicha de nacer en la más profunda de las miserias. Sin embargo el dinero no me ha servido para regresarte la vida. Cuánto daría por tenerte nuevamente a mi lado, por conocer al hijo que esperábamos con ilusión. Me siento impotente al saber que no puedo hacer nada. La vida es nada, el dinero también, y me pregunto ¿qué otra desgracia me depara el destino? ¡Destino cruel que no deja vivir a nadie libremente! El destino juega con nosotros como títeres para su diversión.

Culpo a Dios, si es que existe, al destino, o a la vida misma, que es un engaño superficial. Hoy los seres humanos estamos aquí, haciendo lo que hacemos, pero mañana podemos estar tres metros bajo tierra, sin sentir nada.

Todo fue tan rápido. Tenía en mi poder dos segundos. Como la vida es tan pasajera, puedo decir con total experiencia que dos segundos es mucho tiempo. Hice una pausa y pensaba en esos dos segundos, ¿Qué estarían haciendo las personas en el resto del planeta? Quizá algunos reían con sus seres queridos, otros lloraban y se lamentaban, algunos estarían peleando y otros amando, y yo estaba cometiendo el peor error de mi vida.

En un momento de rabia y estupidez te arrojé por esta misma ventana, luego de que tú te quejaras de “Lo tan difícil que era nuestra relación”. Yo usé sólo dos segundos para arrojarte por la ventana, enceguecido por una ira terrible. No pensé, simplemente lo hice. Fuiste hacia la ventana, quejándote. Yo tan sólo te miré y decidí hacerlo. No soportaba más quejas, no soportaba más estrés en mi cuerpo…

Nunca pensé que partirías tan pronto… Quiero compensarlo. Esta es la única manera que encuentro para hacerlo. Quiero llegar a ti, estés donde estés.

Pensé que no era grave, que regresarías del hospital, pero Imanol me confirmó la situación.

Mi madre dice que he enloquecido y ha llamado a la policía para que derriben la puerta de mi habitación, puedo escuchar que me dicen “Abra la puerta, no cometa una locura”,  pero ya tomé de esa sustancia en este jugo de naranja y cuando logren abrir la puerta será demasiado tarde, ya me habré reunido contigo y con nuestro querido hijo.

Tranquila, no estoy llorando literalmente, claro que mi alma sí que lo está. Estoy partido en mil pedazos y ¿sabes por qué? Por la sencilla razón que fueron muchos los obstáculos que se nos atravesaron para ser felices, pero al final fui yo quien destruyó todo, ¡Yo! ¡Sólo yo! Maldita sea…

Te amo y siempre te amaré, mi dulce Lisette, y espero que si te encuentro llegues a perdonarme.

Lanzaré esta carta por la ventana, para que se vaya con el viento y llegue a donde tú estás. Quiero que me recojas allí y nos amemos como siempre.

Cuando lance la carta le diré que vuele hacia ti. Me demoré más de dos segundos en escribirla, pero lo aproveché al máximo para expresarte todo lo que siento con la incertidumbre de no saber si la recibirás.

No puedo seguir escribiendo porque siento un dolor muy extraño, y ya sabes que es, pero estoy feliz porque ese dolor en mi estómago es la señal de que el bus está a punto de ir hacia ti, y tú, mi hermosa, vendrás a mí, a recogerme. Gracias… Muchas gracias.

Con amor: tú esposo y hermano Sebastián.

impactante, acabo de re leerlo